15th Nov2011

Goa, la pieza ‘sol y playa’ del gran puzzle


El último de mis destinos de fin de semana (aunque ya es ampliamente sabido que ‘fin de semana’ no implica dos días) fué el paraíso prometido de la Indio: el pequeño estado de Goa. Famoso por ser el embarcadero de Vasco de Gama: en su día puerta de entrada de los portugueses a la India, y hoy refugio de hippies mochileros y destino de indios fiesteros.

Debido a deasjustes de horario, me uní al grupo un día después. Punto curioso vagabundear en solitario de madrugada por la ciudad de Panaji, a la espera de que mis compañeros se despierten y me indiquen dónde están alojados. Tiempo que utilizo para pasear, escribir algunas anotaciones, tomar chai ardiendo, y hacer algún que otro amigo indio (mi primer Rajesh!).

Tras dos horas de buses llego al encuentro con mis compañeros en Baga, al norte. Bostezos y voces roncas, todo indica que me perdí algo la noche anterior. Una vez animado el grupo trazamos el plan: alquilaremos de nuevo scooters, seguiremos la costa hacia el norte, y testearemos las playas para ponerles banderas azules.

La primera parada es Anjuna, una playa pequeña, sucia, y con una agobiante multitud. La aventura no empieza por bien pie. El segundo pie es la playa de Vagator, lugar que ya invita al baño, al relax, a comer piña natural, y a disfrutar del sol.

Los vigilantes delimitan la “zona de baño” mediante banderas rojas puestas en la orilla. Cuando un indio se aleja de dicha zona, el socorrista utiliza su silvato para llamarle la atención. En cambio, nosotros nos podemos bañar a varios centenares de metros de la zona. La razón me la da el propio socorrista al preguntarle: los indios no saben nadar. Ante tal rotunda afirmación observo con nuevos ojos al personal, justo para darme cuenta de que tiene razón: juegan con el agua cuán niño en la bañera, pero no nadan ni cabucean.

Aprovechamos para echar un vistazo al Chapora Fort, desde donde la vista de las playas es impresionante…

Ponemos rumbo al tercer destino: la sorprendente playa de Arambol. Una tranquila y olvidada playa, donde unos indios juegan a cricket, algunas parejas pasean, y nosotros nos tomamos una cerveza y disfrutamos de la puesta de sol en un agradable baño. Cierto es que he usado tonos sarcásticos en este blog cuando he hablado de los sunsets, pero esta vez me sobrecogió. Bautizada queda como Perfect Beach #1.

De vuelta a Baga es hora de cena, despedidas, y chill out en la playa. La playa es una colmena de mesitas a la luz de la vela y al sonido del mar. Por la mañana éramos veinte, ahora quedamos seis.

Estupenda velada con estupenda compañía. Un amigo apunta el acertado y cruel comentario: “esta será posiblemente la última vez que estemos los cuatro sentados en una misma mesa compartiendo tan interesante conversación”.

Al día siguiente cambiamos de localización: nos movemos hacia el sur del estado. De camino queda Old Goa, y le dedicaremos el día para matar el gusanillo cultural que suele aparecer por mi organismo. Old Goa hoy en día son tres iglesias y dos calles. Con la llegada de los portugueses la capital de Goa se desplazó a Panaji, dejando la antigua ciudad deshabitada.

Aún así atrae a buena cantidad de turistas y curiosos. La imponente arquitectura clerical europea, a la que tan acostumbrados estamos nosotros, despierta un enorme interés entre los indios. Posan cuán estrella de Bollywood:

Más despedidas, más buses, y llegamos a la playa de Palolem al anochecer. Buscando alojamiento a pié de playa nos topamos con un grupo de católicos que rezan y ponen flores. Acabamos en unos bungalows entre palmeras y hamacas.

El grupo ha quedado reducido ahora a tres personas. Al contrario que en Baga, aquí el ambiente nocturno en la playa brilla por su ausencia, se respeta la naturaleza y el ocio de desplaza al interior. Cena tranquila y paseo por la playa.

Tumbado en la arena la noche estrellada me deslumbra. Debería aprender un poco más de astronomía. Debería saber diferenciar algo más que el Cinturón de Orión y la Osa Menor. Cuento hasta seis estrellas fugaces. Ella me duplica el número. Perfect beach #2.

Poco queda por hacer para el día siguiente más que disfrutar de la playa, aprender a surfear con body boarding, pasear por los alrededores y tratar de no quemarse la piel. Por la tarde toca retomar el trayecto de vuelta a casa.

Bien sabido es por la mayoría de mis lectores que no soy un gran fan del combinado ‘sol y playa’ (cuento con dos dedos en binario la cantidad de veces que voy a la playa en casa), pero las paradisíacas, poco explotadas, y turquesas aguas de la India son embaucadoras. Quizás si me quedase aquí más tiempo podría llegar a entender esa euforia contenida que los locales sienten por el agua.

En el bus de vuelta, tengo la sensación de que ahora sí he cubierto todos los flancos turísticos de la India. Añado la pieza ‘sol y playa’ al gran puzzle. Todo lo que venga a partir de ahora será un extra.

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