29th Oct2011

Amazing South Trip (4): Mamallapuram


Disclaimer: puede que los lectores de este blog anden ya cansados de viajar por el tiempo y el espacio (concretamente por el sur y el pasado). Pero esto va a cambiar…

No ha sido fácil, como está siendo habitual, pero hemos llegado al último destino del viaje: Mamallapuram. Hay veces que un trayecto de 12 horas en tren no tiene nada de reseñable. Otras veces, un trayecto de 3 horas en bus es toda una odisea. Y así fue en el caso del trayecto de Pondicherry a Mamallapuram: un bus con más indios que metros cuadrados, con un pequeño niño sentado en mi regazo, otro de pié entre mis piernas, gente entrando en cada parada a presión, gente literalmente fuera del bus sujetos como pueden, el revisor capaz de desplazarse entre tal gentío para pedir el dinero del ticket, y el conductor sin prestar especial atención a conducir prudentemente dadas las circumstancias…

Hemos llegado a Mamallapuram, cuna de de esculturas y escultores. Un destino puramente turístico, debido principalmente a los templos bajo la protección de la UNESCO (que no se usan para el culto hindú). Esto convierte a la ciudad en una mezcolanza de templos y playas, bazares y marisco, y turistas y vendedores.

Embriagados por la shopping fever, perdemos la tarde entre souvenirs y ropa de seda. Para rematar el tópico, cenamos marisco a la orila del mar. Y tras casi un mes aquí, es la primera vez que puedo cenar tomando una cerveza. Eso sí, pagadando su precio como si fuese oro (o plata de imitación, al menos).

Photo by Kasia Ja, kindly stolen from Facebook

Por si el clásico despertar de bocinas y gentío no fuese suficientemente, Mamallapuram añade cinceles y martillos a la orquesta matinal característica de la India. Pillamos un simpático guía y nos vamos a ver los highlights de Mamallapuram. La ciudad cuenta los cuatro tipos santuario de la arquitectura Dravidia clásica: templos en cuevas, rathas monolíticos, relieves esculpidos, y templos estructurales.

Impresionado me quedo con el relieve ‘La penitencia de Arjuna’, un relieve de 29m x 13m, el segundo más grande del mundo según nuestro guia (dato no contrastado y difícilmente verídico). Cientos de figuras, entre deidades y representaciones de costumbres humanas, llenan la inmensa pared de piedra. Una grieta en la piedra queda totalmente integrada en el relieve, representando el descenso del río Ganges. Es asombrosamente parecido a lo que yo recuerdo de Angkhor Wat (Camboya).

Los diversos templos excavados en cueva tampoco pasan desapercibidos: los gigantescos ídolos esculpidos en las paredes y las recargadas columnas comulgan a la perfección con la fría piedra y el aire gris de la cueva. La mayoría de estos templos tienen más un milenio de antiguedad y, aún así, requieren de poca restauración y mantenimiento.

Para visitar los Rathas y el templo tenemos que pagar una entrada. Eso no sería reseñable en cualquier otro contexto, pero es la primera vez que pago para ver un templo… Los Rathas esculturas monolíticas realizadas directamente sobre roca maziza. Vamos, que se va “vaciando” la roca hasta conseguir el monolito. No decepcionan, y menos aún cuando se me explica que en realidad los cinco forman parte de una única piedra maziza.

Reservamos el Templo de la Orilla para el final. Se trata de un templo construido: se van añadiendo alturas con piedras talladas de granito y luego se esculpe la ornamentación. Está “milagrosamente” intacto tras del tsunami de 2004 (aunque no sé qué tiene de milagroso un muro construido entre el templo y el mar…) y cuenta con santuarios para Siva y Visnu. Lo más curioso es que hace mil tres-cientos años aquí había un complejo de cinco templos que, a día de hoy, el mar ha deborado. Si se tiene tiempo y dinero, se puede hacer submarinismo y contemplar las ruinas en el fondo del mar. Apunto la idea para mi segunda visita a la India.

Completado el cupo cultural, y completado también el tiempo disponible, nos dirigimos para Chennai a cojer el tren que nos devolverá a nuestra segura, tranquila (y vista desde aquí aburrida) ciudad de Manipal.

Con Mamallapuram, y con más fotos de lo habitual, cerramos la crónica del viaje por el sur-este indio. Y atrás queda una trepidante aventura por el embaucador estado de Tamil Nadú. Un viaje fascinante tanto por lo que hemos visto y vivido, como por todo lo que sabemos que hemos dejado por ver y vivir.

Pero esto no acaba aquí, y en el tren de vuelta ya se oyen rumores de los próximos destinos. Porque, como dice el dicho popular, no es tanto dónde vas, sino con quien vas. Amazing people! Amazing trip!!

 

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