28th Oct2011

Amazing South Trip (3): Pondicherry


El kilométrico tren, un ensordecedor bus de madrugada, y llegamos a Pondicherry. O eso creo…

Las calles están limpias. Y silenciosas. Calles pavimentadas, con sumideros para las aguas y bonitas casas ajardinadas a ambos lados. Un paseo marítimo ancho y tranquilo. Iluminación en las calles, papeleras sin salidas traseras. ¡Un coche acaba de ceder el paso a una bicicleta! Pero qué demonios… Pronto encuentro la respuesta en el letrero de una calle. Leo ‘Rue Saint Louis’.

Pondicherry fué una importante colonia francesa y danesa (no a la vez, se la turnaron con batallas y destrozos varios). Salta a la vista cuando uno admira la arquitectura de los edificios o la cuadrada planificación de las calles. Para separar colonos de indios no les bastó con una metáfora, y hoy en día un canal paparelo al mar separa las dos partes. La ciudad conserva su encanto colonial y europeo, atrayendo a multitud de viajeros en busca de un respiro entre el agotador ajetreo indio.

Tras encontrar un sitio para dormir (y vaya sitio!) nos dirigimos a la Oficina de Turismo (oficina de turismo, ¿estamos locos?) para unirnos al tour del día. El tour incluye un famoso ashram, el Templo de Sri Vanakula Vinayagar, un museo de arte, el Jardín Botánico, un sucedándeo de backwaters, la Auroville, y una extraña playa. Vamos, lo suficiente para tenernos entretenidos (y cansarnos) durante todo el día.

Visitamos el Ashram Aurobindo. En la India hay muchos ashrams, aunque son pocos los que permiten las visitas de curiosos. Un ashram es un centro de estudio y meditación, dónde la gente se interna en silencio absoluto, abstinencia de alcohol y, en algunos casos, extrañas exigencias respecto al sexo. Las estancias en los ashram suelen ser de corta duración y sirven par meditar y estudiar. Suelen girar en torno a un gurú, fundador del templo, al que se le venera como a un Dios. Fué curioso sumergirse en unos minutos en este peculiar ambiente. No hay pruebas, pues no permiten la entrada con cámara…

Templo, museo, jargín, río… nada destacable. Ir en bus de un punto a otro de la ciudad te hace sentir ajeno a la misma, como un visitante que mira tras la vitrina. El turismo optimizado nunca ha sido lo mío.

Lo que si merece mención a parte es la visita a la Auroville, a las afueras de la ciudad. Auroville es una complejo a las afueras de Pondicherry, donde viven cerca de 2.000 personas, en un ambiente comunal de libertad y harmonía con la naturaleza. Trabajan para la comunidad, cultivan su propia comida, importan-exportan materiales… Todo muy new age: meditan todas las mañanas, comparten la comida, se organizan en pequeños comités, tienen asambleas multitudinarias para tomar decisiones…

Como visitantes sólo podemos acceder a contemplar el Matrimandir desde lejos, una enorme esfera (estilo pelota de golf) que contiene extrañas salas para la meditación, no accesibles para todos los aurovillianos, sólo para los de grado más alto. También de pasada (y a la lejanía) veo el anfieatro de 3000 localidades dónde todas las mañanas se reunen, así como una estación de placas solares, algunos campos de futbol…

Muestro interés y trato de obtener información. Para formar parte de Auroville debo trabajar voluntariamente durante 10 años en labores agrícolas y comunitarias. Después, y tras algún tipo de importante donación, podré ser un aurovilliano, con derecho a voz y voto en sus reuniones.

Este sitio es, en un simple vocablo que cualquier lector pueda entender, una secta. Ecológica, sostenible, inteligente, progresista y muy new age. Con árboles centenarios en vez de candelabros y túnicas. Con la figura de la Mother (que nunca murió, sólo dejó su cuerpo) en vez de cualquier otro extraño líder satánico. Pero no deja de ser una secta, a fin de cuentas. No sé por qué, pero el lugar me invita a quedarme más tiempo. Lo pienso mejor, 10 años quizás es demasiado.

De vuelta a Pondicherry disfrutamos de la rica vida nocturna. Cuando la India consiguió la independencia de los británicos, las colonias francesas llegaron al acuerdo de que los habitantes de dichos reductos decidirían libremente su futuro político. Fruto de dicha libertad y negociación con el gobierno central indio, son numerosas leyes y acuerdos especiales de que goza hoy en día la ciudad de Pondicherry. Entre todo ello, la ciudad queda absenta de los altísimos impuestos que la India aplica sobre las bebidas alcoholicas. Resultado: noche rocambolesca, divertida, y ecléctica.

Me despierto y es tarde. Muy tarde. Maldigo este viaje ajetreado. En la estación de bus no resulta sencillo conseguir el billete. Para viajar “sentado”, reservamos plazas para un bus con dos horas de antelación. Ir sentado no implica tener espacio para tus piernas… pero eso ya es parte de la historia del siguiente y último destino: Mamallapuram.

Atrás queda la burbuja europea de Pondicherry: con desayunos coloniales en terracitas ajardinadas, habitantes con accento francés, y vida noctura más allá de media noche.

One Response to “Amazing South Trip (3): Pondicherry”

  • Jaunte

    Qué curioso encontrar una ciudad así en medio de la india.
    Y una secta así en medio de la ciudad, con esa golden ball, que no se sabe bien si es creepy good o creepy bad.